El imperio británico está acabado. ¿Dónde está la Presidencia de Estados Unidos?

El imperio británico está acabado. ¿Dónde está la Presidencia de Estados Unidos?

7 de noviembre de 2023 — Miles de millones de personas en el planeta Tierra están horrorizadas por el genocidio que se está produciendo ante nuestros ojos en Gaza. Gracias a las comunicaciones de la era moderna, a pesar de que los ocupantes israelíes cortaron la electricidad llevándola a niveles mínimos, se han dado a conocer ampliamente historias acompañadas de vídeos desgarradores, que muestran a niños despidiéndose de sus hermanos muertos, y a otros niños, ahora huérfanos, sentados en montones de escombros. Se ha admitido ampliamente que el ejército de Israel está lanzando fósforo blanco sobre la región por la noche, esto quema la piel y produce llagas dentro de la boca de los niños, que tienen que enjuagarse con agua de mar ya que no hay otro tipo de agua disponible. En el momento de redactar estas líneas han sido asesinadas más de 10.000 personas, de las cuales más de 4.000 son niños.

Algunos fanáticos religiosos pretenden justificar estos crímenes de guerra, alegando que Israel tiene "derecho a defenderse". Esto no es defensa, sino venganza, y lo que es peor, el intento de aniquilar o de expulsar de manera forzada a 2,3 millones de personas, como revelan documentos del gobierno de Israel que fueron dados a conocer recientemente.

Lo que no se preguntan ni el Presidente Joe Biden, ni el secretario de Estado Tony Blinken, es cómo pudieron agarrar a Israel, que dispone de los mejores servicios de inteligencia del mundo, tan desprevenido para lo que debería haber sido un ataque totalmente previsible. Se hizo justo en el 50 aniversario de la "Guerra del Yom Kippur", en la que Israel también se vio sorprendido.

El momento elegido por Hamás para perpetrar el ataque del 7 de octubre, en el que murieron más de 1.400 personas y miles resultaron heridas, fue fortuito para el Primer ministro de Israel, Bibi Netanhayu, que con toda probabilidad iba camino de la cárcel y que fue muy vilipendiado por los miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) por sus esfuerzos para "reformar" el poder judicial con el fin de que no lo encarcelaran.

El sangriento ataque también llegó en un momento de necesidad para el Presidente Biden, quien se había aferrado a su largamente prometida "victoria ucraniana sobre Rusia", lo cual obviamente no está sucediendo. Qué suerte poder cambiar de tema a algo tan intensamente emocional como la guerra en la Tierra Prometida.

Incluso este horror que ahora se desarrolla en el Oriente Medio podría resolverse pacíficamente y poner fin a la matanza masiva, garantizando que Palestina e Israel sean dos Estados vecinos, si Estados Unidos rechazara la agenda neoconservadora y neocolonial, y volviera a ser la república revolucionaria anticolonial que Benjamin Franklin, John Quincy Adams, Franklin Delano Roosevelt y Lyndon LaRouche entendieron que era.

El problema más grave al que se enfrentan los estadounidenses en este momento es que nuestra nación, basada en un sistema presidencialista, no sólo no tiene un Presidente que funcione, sino que ni siquiera tenemos un candidato presidencial opositor cualificado.

Parecía que tanto el ex Presidente Donald Trump como Robert F. Kennedy Jr. querían poner fin a la guerra de Ucrania lo antes posible. Kennedy había pronunciado varios discursos en los que culpaba con precisión a la expansión de la OTAN y al derrocamiento del gobierno ucraniano en el 2014 de crear las condiciones para la guerra y había dicho correctamente, al igual que Trump, que se podía haber evitado por completo. Pero después del 7 de octubre, Kennedy mostró por dónde cojeaba, y Trump salió como todo un fundamentalista cristiano. No olvidemos que fue Donald Trump quien declaró unilateralmente que los Altos del Golán [en Siria] formaban parte de Israel, en flagrante rechazo de los acuerdos internacionales. Luego Trump, mientras criticaba correctamente a Bibi Netanyahu por no impedir el atentado de Hamás, lo denunció por echarse para atrás en el asesinato del general iraní Qasem Soleimani, que luego Trump ejecutó "él solo". Ese asesinato fue una violación del derecho internacional, fue una locura criminal y lo diseño el neoconservador Mike Pompeo. El que Trump se haya congratulado de haber cometido ese crimen lo incapacita para ser Presidente. (Sin embargo, yo de ninguna manera apoyo la cacería de brujas políticamente motivada contra el ex Presidente, dirigida desde mi propio estado de Nueva York por Leticia James, una desquiciada Fiscal General estatal. Cabe señalar que el mentado "estado profundo" no persigue delitos reales).

Kennedy, aunque ha expresado su "total apoyo a Israel para que consiga todo lo que necesita", ha guardado un silencio escalofriante sobre el genocidio que se está llevando a cabo en Gaza y despidió de manera fulminante a su experimentado director de campaña, el ex congresista y candidato presidencial Dennis Kucinich, para sustituirlo por Amaryllis Fox, nuera del propio Kennedy, una ex agente de la CIA, quien, a juzgar por sus recientes videos sobre la crisis y cómo lograr la paz, o es terriblemente superficial e insincera, o algo mucho peor.

Y a partir de ahí todo va cuesta abajo. Vivek Ramaswamy quiere poner cabezas en estacas, Nikki Haley quiere exterminar a todo el mundo en Gaza, y Cornel West, aunque al menos pide que se detenga el genocidio, se ha convertido en un académico oportunista que salta de un partido a otro sin ninguna esperanza de poder llegar a ser electo, todo ello mientras, por encima de todo, declara públicamente su preferencia por Joe Biden como nuestro próximo Presidente.

Esta terrible falta de liderazgo cualificado fue la razón por la que declaré mi candidatura contra el líder de la mayoría del Senado y belicista Chuck Schumer en el 2022, y es la razón por la que ahora me presento al Senado de Estados Unidos contra la senadora Kirsten Gillibrand. Mi intención es garantizar que ni Joe Biden, ni nada que se le parezca, llegue a la Casa Blanca en enero del 2025. Si se dieran las condiciones adecuadas, me presentaría como candidata a la Presidencia de Estados Unidos, ya que mi larga asociación con el mayor estadista de Estados Unidos, Lyndon LaRouche, me cualifica por encima de los demás para desempeñar ese papel. Como dijo Erasmo de Rotterdam: "En el país de los ciegos, el tuerto es rey". Yo añadiría un corolario, que es: "sólo si los ciegos son lo bastante sabios para reconocer que él tiene algo de lo que ellos carecen, es decir, visión".

Sin embargo, no hay que desesperar. En primer lugar, como pretendían George Washington y Benjamin Franklin, en nuestra república los ciudadanos tienen un gran poder. Por eso se han dedicado tantos esfuerzos a atontar a tus amigos y a tus vecinos. Si podemos movilizar ese potencial, no hay nada que no podamos conseguir, ¡y tenemos que movilizarlo ya!

La verdad es que mientras nuestra nación se destruye a sí misma desde dentro (una condición que podemos y debemos revertir), el resto del mundo está organizando todo un nuevo paradigma basado en los conceptos mismos de la Revolución Americana: a saber, que todos los seres humanos tienen derechos inalienables, en primer lugar a la Vida, lo que requiere una cierta plataforma económica que garantice una nutrición adecuada, energía, agua potable, transporte, etc. En la actualidad, China, con más de 1.400 millones de habitantes y la economía más productiva del planeta, se ha unido a Rusia (que ahora cuenta con la capacidad militar más avanzada del planeta) para desarrollar nuevas asociaciones con otras naciones soberanas, como el grupo BRICS [Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica], la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), la Unión Económica Euroasiática y otras. Estos grupos están haciendo posible que las naciones de África e Iberoamérica se liberen de sus antiguos amos coloniales, lo que está conduciendo a una rápida mejora de las condiciones de vida y al crecimiento económico de naciones antes empobrecidas.

Si Estados Unidos actuase como él mismo en lugar de intentar aplastar a todas las naciones que se están levantando de la pobreza, nos estaríamos alegrando de la desaparición de ese mismo imperio británico al que derrotamos en 1783. De algún modo, hemos abandonado nuestra identidad original y nos hemos convertido en lo que odiábamos. Eso lo podemos cambiar, y debemos hacerlo, si queremos salvar millones de vidas. Consigue un ejemplar del Discurso de Despedida de George Washington, léelo, reflexiona y únete a mí para hacer de nuestra república una fuerza entrañable por el bien en el mundo.

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