Nuestra República está en peligro y el Congreso organiza un circo. ¿Es Netanyahu el elefante o el payaso? ¿Quién está a cargo de este desastre?
23 de julio de 2024 — El 31 de mayo, los líderes de la Cámara de Representantes y del Senado de Estados Unidos enviaron una carta al criminal de guerra Bibi Netanyahu, Primer ministro de Israel, para invitarlo a pronunciar un discurso en una sesión conjunta del Congreso de Estados Unidos, prevista para el 24 de julio. Dado que dos de los cuatro representantes que firman esa carta son de Nueva York, a saber, el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, y el líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, considero que tanto yo como mis compatriotas neoyorquinos tenemos una responsabilidad especial por esta obscenidad, y escribo esta declaración para expresar mi oposición inequívoca a la invitación cursada en mi nombre, y para pedir a mis supuestos representantes de Nueva York que la rescindan de inmediato.
Permítanme recordarles lo que ha sucedido en Estados Unidos en tan solo las dos últimas semanas. Estuvimos muy cerca de que por poco asesinaran a Donald Trump, uno de los principales candidatos a la presidencia y ex Presidente de Estados Unidos, a quien le rozó una bala que le dispararon mientras hablaba a sus seguidores en un mitin al aire libre en Butler, Pensilvania. Una semana después de eso, nuestro Presidente en ejercicio, Joe Biden, mental y físicamente endeble, publicó una carta en X para anunciar que ha decidido no aceptar la postulación de su partido a la Presidencia de Estados Unidos. Al parecer, el hecho de estar enfermo de COVID le impidió a él o a quienes lo manejan, hacer su anuncio con el membrete oficial de la Casa Blanca, o firmarlo realmente con bolígrafo, lo que llevó a algunos a preguntarse: "¿será consciente el verdadero Joe Biden de que este anuncio se hizo en su nombre?".
Mientras tanto, hace menos de dos semanas, se llevó a cabo en Washington, DC, la cumbre del 75 aniversario de la OTAN, y los allí congregados acordaron intensificar sus acciones militares contra Rusia y China, así como el suministro a Ucrania de aviones bombarderos F-16 con capacidad nuclear y misiles de largo alcance para posibles ataques contra objetivos en lo más profundo del territorio ruso.
Dada la inestabilidad de la situación política interna de Estados Unidos, el inminente peligro de una guerra termonuclear con Rusia provocada por la OTAN, y la orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional contra Netanyahu por crímenes de guerra, ¿por qué nuestros dizque "representantes" siguen adelante con el previsto trato con alfombra roja a este criminal, incluso mientras miles de personas protestan contra su gobierno en Israel? ¿Acaso, se han vuelto locos?
Lo que nadie ha tenido el valor de admitir es que el telón de fondo de esta aparente locura es el colapso, por fin, del sistema liberal británico de libre comercio que está en bancarrota. El gran estadista estadounidense y ocho veces candidato presidencial, Lyndon LaRouche, escribió en el 2004 que los estadounidenses deben "elegir si nos dirigiremos a un infierno viviente en todo este planeta, en la caída de este sistema imperial mundial, o si invocaremos el legado de la Revolución Americana de 1776-1789 para hacer surgir en este planeta el tipo de comunidad entre naciones respectivamente soberanas que nuestro John Quincy Adams proclamó...".
Un verdadero Presidente de Estados Unidos pondría fin a esta estupidez ahora mismo extendiendo la mano, siguiendo la tradición de John Quincy Adams, a los mandatarios de Rusia y China para elaborar un plan que ponga fin a la vieja dictadura financiera de la City de Londres y Wall Street. Está en bancarrota. No puede salvarse, no importa cuántos niños inocentes devore en su diatriba genocida.
Estados Unidos debe revivir su identidad revolucionaria anticolonial que sitúa el principio constitucional del "bienestar general" por encima de los intereses monetarios privados de Londres y Wall Street. Dejemos de desperdiciar el talento de nuestros ciudadanos utilizándolos como esclavos de la deuda, y más bien liberemos su potencial creativo para convertir nuestro "complejo militar industrial" en un motor para la construcción de infraestructura, creando en el proceso decenas de millones de empleos productivos bien remunerados.
Si nadie está dispuesto a detener a Netanyahu, al menos depórtenlo y dejen de apoyar con dinero y armas a su gobierno fascista genocida. Si Estados Unidos vuelve a sus principios fundacionales, se podrá encontrar un camino hacia la paz y la seguridad para palestinos e israelíes por igual.